Se cumplen nueve años del gol que cambió nuestras vidas

Se cumplen nueve años del gol que cambió nuestras vidas, el gol de Antonio Puerta, el gol que dio comienzo a un paseo por la gloria que tras nueve años no tiene fin.


Era un veintisiete de abril, Jueves de Feria, concretamente del bendito año 2006 el día en que la vida de todos los sevillistas cambió para siempre, cincuenta y ocho años habían pasado desde la última vez que el equipo más grande de Andalucía levantó su último título. Cincuenta y ocho años de sequía, muchos sevillistas que nunca vieron a su equipo ganar nada esperaban impacientes el pitido inicial del encuentro.

En la ronda previa de la Copa de la UEFA derrotamos al Mainz 05 y, en la fase de grupos, ni el Zenit, ni el Bolton, ni el Besiktas  ni el Vitória Guimarães pudieron eliminar a los gladiadores de Nervión. El Sevilla, nuestro Sevilla, progresaba a pasos de gigante y, en dieciseisavos, venció al Lokomotiv; en octavos, al Lille y; en cuartos, al Zenit, que salió goleado de Nervión. El Sevilla se plantó en semifinales y tuvo que jugar contra el Schalke 04.

La afición, la que nunca falla, alentó al equipo en Alemania y lo llevó en volandas por la colina de Gelserkichen hasta el campo de batalla. Fue un encuentro muy reñido, muy disputado, pero el balón no quiso entrar en ninguna portería, lo mejor estaba por llegar…

Siete días duró la espera, la ilusión se notaba en el ambiente, no era un día normal, si el Sevilla ganaba estaría en la final.

Llegó las nueve y media de la noche y el partido comenzó en la Bombonera que en ese día estaba totalmente llena.
Pasaron los primeros noventa minutos y, al igual que en la ida, fue un encuentro muy disputado, muy reñido, con mucho en juego y con dos equipos entregados. Había que disputar la prórroga.
El mundo miraba a Sevilla, el estadio a rebosar, el partido era retransmitido en multitud de países y, ni en la feria querían perderse detalle y recurrieron a los transistores.
Y así comenzó la prórroga, mucho en juego, la final estaba a treinta minutos, pero, todo estaba por decidir.

Llegó el minuto cien y Martí cortó un balón en el centro del campo, se lo pasó a Navas y el corazón de Jesús Alvarado, como él mismo ha comentado en alguna ocasión, pronunció estas palabras para SFC Radio:  ‘‘Ahí está Navas… Buen control de Navas con el pecho, delante tiene a Bordon, lo puede volver loco si le sale… Alves…  Alves se apoya otra vez en Navas, banda derecha para el chaval de Los Palacios… La va a poner… La pone dentro del área… Ahí está… ¡Ahí está Puertaaa!’’.

Nueve años han pasado ya y, como si fuese ayer, aún resuena en nuestra memoria aquel grito de emoción, de felicidad, de gozo, de euforia y de pasión que Jesús Alvarado nos regaló narrando con el corazón.

No cabía más alegría en los corazones sevillistas, un joven criado en Nervión y sevillista como pocos metió a su equipo del alma en una final europea con un zurdazo a pase de otro canterano, el Duende de los Palacios. Cuentan las lenguas que ese gol con el alma los sordos lo oyeron y a través del corazón pudieron verlo los ciegos.

Comenzó así un paseo por la gloria, un aluvión de títulos, primero la Copa de la UEFA en Eindhoven, luego la Supercopa de Europa en Mónaco, le siguieron la Copa del Rey, otra Copa de la UEFA, una Supercopa de España, otra Copa del Rey y otra Copa de la UEFA. Nueve año después y con siete títulos más, parece no tener fin y la cuarta UEFA la tenemos muy cerca.


A partir de aquel día, cada Jueves de Feria o cada veintisiete de abril, todos los sevillistas recordamos a la zurda de diamantes, al gran Antonio Puerta, el que marcó aquel gol, el que cambió nuestras vidas, el que encogió el corazón, el que le quitó la espina a esta sufrida afición. Por todo, ¡Muchas gracias, campeón!

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