True Love
Estuve viendo ayer la tanda de penaltis contra el Betis, recordando el fallo de Vitolo, ese penalti que me mató por dentro, que me hizo ponerme en lo peor, y temer lo inevitable, pero quien soy yo para dudar de mi Sevilla...
Los vellos de punta, yo y mi tablet Samsung, cara a cara, uno enfrente del otro, y una lágrima recorriendo mi cara. Con que poco somos felices algunos. Aunque me armé de valor y me dispuse a ver la última final que disputamos (¿Cuántas van ya?), contra el Dnipro, o Níspero como lo llamaban algunos. De las finales que más confiado estuve, rival mediocre, el grande de Andalucía, ¿qué podía salir mal...?
Pobre de mí, acabé con nauseas pidiendo desesperadamente un vaso de agua y su correspondiente aspirina, en la casa de un amigo. Media europa pendiente del Campeón de la UEFA Europa League, y media España con Vudú y magia negra, con ego, con prepotencia, esperando a que el Campeón fallase, pero que es si no un Campeón... No nos querían en España, y triunfamos por el resto de Europa. Gracias fútbol. Esa final convirtió a un disocho Níspero en sub-campeón de europa, ganando en un partido más cache que algunos con sus historias, sus incontables hazañas, sus prestigiosos (y escasos) partidos en europa, sus... historias.
Me vengo arriba muy fácil con el fútbol, con mi Sevilla, pero es que nadie me baja de ahí, no hay argumentos sólidos, réplicas que no acaben en debates sobre abonados, y seguirá sin haber de seguir así.
Me acosté ilusionado ese día, con ganas de ver la final con los míos y levantar otro título. A día de hoy sigo igual pese al nefasto partido contra el AEK de Atenas, con Coke de central y CIA, no tengo remedio.
El fútbol es el deporte REY,
y nosotros los REYES de Europa.
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