Cardiff nos persigue, Trondheim nos vigila... La Supercopa se acerca

No es difícil hacer recordar a un sevillista las finales que ha vivido. Al menos eso ocurre con las ganadas, pero recordar las perdidas se hace más complicado, aunque nos hagan ver que sólo los grandes pierden contra los grandes.

Y nuestro Sevilla es un grande sí, un grande de Europa, quizás gigante según el país en el que preguntes. Un grande que siempre disputa finales contra los grandes.

Conseguida la primera UEFA Europa League de la era Unai Emery, el equipo nervionense disputaría la Supercopa de Europa frente a un ensalzado Real Madrid que acababa de alzar al cielo de Lisboa su ansiada décima UEFA Champions League.

Volvíamos a la Supercopa de Europa siete años después, con ansias de volverla a traer a nuestras vitrinas tras una desafortunada derrota en 2007 frente al AC Milan, que como todos saben vino precedida del fallecimiento de Antonio Puerta, hecho que hizo fastidioso jugar esa final a los pocos días de su muerte.
Sabíamos que éramos capaces de arrebatársela al Real Madrid de igual forma que le quitamos las opciones al Barcelona de 2006, ese que todos daban como flamante favorito, tratando al Sevilla como si de un equipo extranjero se tratase (ni que todavía hoy se le tratase así...).

Éramos capaces, sí, pero el Real Madrid también sabía que lo era. Y tanto que lo fue. Un Sevilla apagado, con apenas ocasiones de gol, sin demasiada garra, dejó que un Cristiano Ronaldo con hambre de gol batiera por dos ocasiones a un Beto que poco o nada pudo hacer ante sendos goles.