Ya son nueve los viajes ligueros que ha hecho el Sevilla
durante esta temporada y aún no se ha conseguido ni tan solo una victoria, por
lo tanto, no es de extrañar que el sevillismo se eche las manos a la cabeza y
se haga la misma pregunta una y otra vez: “¿Cuál es la razón de este obstáculo
permanente cada vez que salimos de Nervión?”.
De 27 puntos posibles, el Sevilla solo ha traído de vuelta 5
de ellos. Preocupante cuanto menos. Y no creo para nada que haya que achacar la
culpa tan solo a un motivo, porque pocas veces en el fútbol una racha tan
negativa es fallo de un solo condicionante.
Por ese maravilloso (e infernal en ocasiones) mundo que son
las redes sociales, uno puede palpar las sensaciones de parte del sevillismo. A
lo largo de la temporada he percibido diferentes motivos que han disgustado al
aficionado y con los cuales han tratado de dilucidar los problemas del equipo.
Uno de ellos ha sido el problema del onces titulares, siendo
una parte del sevillismo valedora del sistema 4-4-2 con dos delanteros arriba
para tratar de llegar con más hombre, y otra parte de la afición abogando por
el ya clásico 4-2-3-1 con un hombre en tres cuartos de campo que haga carburar
el juego del equipo.
Otro de los temas comentados ha sido uno de los más
clarividentes: la falta de puntería. Es incuestionable que lo que más le hace
falta al Sevilla (dentro y fuera de casa, pero sobre todo fuera de ella) es
aprovechar sus ocasiones, materializar los ataques por bandas y conseguir
rematar con eficacia los balones que llegan hasta los delanteros. Por muy bien
que se juegue (algo que el Sevilla no ha hecho hasta ahora fuera de casa, a
excepción del partido en Mánchester), es imposible ganar sin hacer goles. Y
para colmo, y este es otro de los asuntos discutidos en Nervión, el Sevilla
tiene una tremenda capacidad para conceder gol en cada fallo defensivo que
tiene. El mayor exponente de ello es el partido del pasado domingo ante el
Granada (2-1 en el Nuevo Los Cármenes), en el que los dos goles encajados
llegaron tras fallo de la línea defensiva.
Y una de las últimas razones que se subrayan cada vez que se
comenta la ausencia de victorias lejos del Sánchez-Pizjuán es la laguna que se
crea en el centro del campo cada vez que falta Éver Banega. Seguramente no les
falte razón a todos y todas aquellas que defiendan que sin el astro argentino
el Sevilla pierde mucha calidad, pues es el director de orquesta. Y es que de
los nueve partidos como visitante del conjunto de Unai Emery, Banega solo ha
sido titular en dos de ellos (contra el Málaga en la primera jornada y en el
derbi del Villamarín) y ha salido desde el banquillo para revolucionar en
cierta medida (en ambos partidos se anotó gol cuando salió) el partido en otros
dos (contra el Eibar en Ipurúa y el Granada en la ciudad nazarí). Esta, sin
duda, es una preocupación que debe rondar por la cabeza del técnico vasco, pues
no es recomendable depender de la presencia de un jugador, pero si es así y el
jugador tiene la resistencia para ello, no queda otra.
Para finalizar, y sin querer contemplar todo de una manera
negativa, confío en que Don Unai Emery levante esta mala racha cuanto antes y
se dé cuenta de los fallos que pueda tener para solventarlos lo más pronto
posible y así empezar a traer los puntos a Sevilla de tres en tres. Paciencia
queda poca, pero confianza en los nuestros no nos debe faltar.
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