Ayer se disputó en el estadio Benito Villamarín un partido que normalmente está cargado de tensión entre los jugadores, lo que provoca entradas duras y una dificultad mayor para un correcto arbitraje. Pero esto no fue lo sucedido en el día de ayer. El colegiado madrileño Carlos del Cerro Grande tuvo un día mucho más tranquilo de lo que seguramente esperaba.




El encuentro transcurrió sin muchas acciones polémicas, y en las pocas que sí llevaron algo de polémica, del Cerro Grande estuvo acertado. El joven árbitro de 39 años solo erró en una de las acciones discutidas, y fue en el fuera de juego pitado al delantero verdiblanco Ricky van Wolfswinkel, el cual no debió señalar. En el resto de acciones tomó la decisión correcta, como en el altercado entre Rami y Petros, en el que el brasileño le propinó un codazo en el estómago al central francés y, tras esto, fue amonestado con tarjeta amarilla; o en el segundo gol del Sevilla, en el que se pidió con ahínco un fuera de juego de Coke en el inicio de la jugada no señalado correctamente por el colegiado; o, incluso, en una acción que no levantó tanta polémica pero sí fue algo discutida, que es el penalti de Kolodjiezczak sobre Ceballos, el cual señaló adecuadamente.

A lo largo del encuentro mostró cuatro cartulinas amarillas al Sevilla y seis al conjunto de Pepe Mel, siendo dos de ellas para el mismo jugador: N'Diaye, expulsado en el minuto 87. A pesar de las diez tarjetas no fue un partido nada violento como pudo ser el disputado en Liga en el pasado mes de diciembre. La expulsión del senegales N'Diaye no fue discutida ni por el propio jugador, el cual aceptó la decisión arbitral, pidió disculpas y se marchó al vestuario, gesto noble por parte del centrocampista bético.

En líneas generales se puede decir que el colegiado Carlos del Cerro Grande tuvo una gran actuación en la que no condicionó el partido en ninguna de las acciones del encuentro. No ser el protagonista es una de las tareas principales de los colegiados, y ayer el madrileño lo consiguió.